martes, septiembre 18, 2007

VESTIGIOS DE AMOR

El otro día llevé mi automóvil al taller mecánico. Una banda rechinaba y no quería correr el riesgo de que se reventara y me dejara parada a media calle entre los autobuses de la maquila, con sus conductores gritándome improperios contra la supuesta impericia mujeril. Era la primera vez que iba a ese taller recomendado por un amigo. Había bastantes unidades y los mecánicos estaban todos ocupados con cabezas y manos metidas en los cofres. Otros a quienes sólo alcanzaba a ver los zapatos, se encontraban haciendo reparaciones debajo de los coches. Mientras esperaba que alguno se acercara a atenderme, observé una camioneta con una llanta desinflada estacionada junto a la pared, puesta tal vez a propósito allí por estorbosa. Será de algún cliente que no ha pagado la reparación o estarán esperando una refacción de esas inencontrables, pensé. Me acerqué para aprovechar la sombra que proyectaba la pared a esa hora. La camioneta estaba cubierta por una abundante capa de tierra. Tal vez está aquí desde las primeras tolvaneras de primavera, me dije. En la parte de atrás había varias cajas cubiertas también de tierra y ropa de hombre en desorden, aventada de cualquier manera todavía en los ganchos en los que había estado colgada en algún armario. Los ganchos estaban deformes, como si hubieran sido arrancados bruscamente de su sitio. La curiosidad fue mayor que mi discreción y me asomé un poco para investigar lo que había en las cajas. En una había un despertador, una pequeña lámpara, objetos de escritorio, cartas amarillentas, tarjetas de felicitación, una invitación vieja para una boda. Algunos de los papeles sueltos en la caja revelaban documentos personales con un nombre que no me decía nada. La otra caja con aspecto de haber estado a la intemperie por semanas, tal vez meses, tenía álbumes con fotografías y montones de ellas sueltas. Rostros sonrientes, una pareja aparentemente feliz que se repetía en las que yo alcanzaba a ver. En traje de boda, abrazada, dándose un beso, partiendo el pastel, con un bebé recién nacido, niños jugando, con amigos. En la playa, en algún lugar nevado.

Las orillas rotas de muchas revelaban haber sido despegadas de algún álbum con coraje.

La tercera caja tenía discos. ¿La música escuchada tantas veces por una pareja enamorada? Películas, algunos libros que fueron leídos y alguna vez tratados con amor.

El dueño de la troca no volvió por sus cosas. Algo pasó. ¿Una aventura, una pelea, una discusión, y luego todo terminó?

Al fin un hombre se acercó limpiando sus manos ennegrecidas con un trapo antes de tenderme la mano para darme los buenos días. Dígame señora ¿qué se le ofrece? ¿Qué es lo que le pasa a su carro?

Al retirarme del taller tiempo después, no pude evitar echar una última mirada de pena a los vestigios de una felicidad que se extinguía bajo el radiante sol de Mayo.

5 comentarios:

Manuel dijo...

Que poquito somos y quedamos en nada cuando nuestros recuerdos caben en un auto viejo y abandonado
Saludos

spadelosviernes dijo...

Tantas cosas que parecen y lo poco que ocupan. Amaga ese punto de tristeza por los recuerdos olvidados.
Besos

P.S. Te he dejado un detalle en mi blog

Anónimo dijo...

¡HEMOS GANADO!

España promoverá por ley la prohibición de las bombas de racimo


¡Corre la voz!

Palemón y Nabor AKA Jan en Karel dijo...

Los finales son tan abruptos, y sólo los recuerdos quedan... Que para nadie más significan nada.

Nomás mi visita de rutina, gracias nuevamente por invitarnos a pensar...

Reynosa Blogs. dijo...

Hola; excelente Blog, me ha gustado, bastante y te invita a reflexionar.

El primer post que lei fue hace un tiempo atras, relacionado con la lectura en la Ind. Maquiladora de Cd. Juarez y te leo seguido.

Sal-U2 cordiales desde Tamaulipas.
La cancion de Bonny Tayler es de mis tiempos de Juventud y me transfirio varios recuerdos. :-D