jueves, septiembre 30, 2004


Taza de water y ventana (1968-1971). Cuadro del pintor español Antonio López. Posted by Hello

EXPRESION MUQUESTRE

Ese día en la maquila la supervisora de Recursos Humanos estaba más que molesta. Alguien se fue a quejar con ella por lo que vio en el baño y para que no quedara duda le pidió que la acompañara al cubículo donde vio lo que la asqueó tanto. Ahí, justo en el centro de la parte interior de la puerta de ese baño de mujeres había un moco embarrado. Parecía que quien lo hizo se hubiera esmerado en provocar la reacción más asquerosa posible con alevosía y ventaja. Solamente en las exposiciones de arte abstracto se pueden ver cosas más provocadoras que una puerta color crema decorada mocos verdes de irregulares formas y bordes, dispuestos de manera planeada en la superficie de tal manera que quedaran justo a la vista del observador quien forzosamente estaría sentado frente a ellos, no es digno de un artista?

La reacción no se hizo esperar, inmediatamente la supervisora ordenó limpiar las puertas y colocar en cada una de las ocho puertas de los baños para mujeres, una gracioso letrerito a colores con margaritas amarillas a los lados donde se leía: “Por favor mantén limpios los baños, son para tu comodidad”. A partir de ese día, empezaron a aparecer mocos embarrados en todas las puertas. Era evidente que más de una estaba participando en la Exposición Muquestre. La verdad es que quienes se arriesgaban a ir al baño era porque ya no podían esperar más y una vez dentro del pequeño cuarto, se tapaban los ojos para no vomitar mientras aprisa vaciaban sus esfínteres. La supervisora de producción comentaba: “es increíble, todavía se puede esperar esto en el baño de los hombres, pero en el de las mujeres?” Como si la limpieza o la ausencia de ella fueran exclusividad de género.

Nuestros antepasados, sin los conocimientos y herramientas para comunicarse que hoy nos exceden, no dudaron en dejar plasmada su visión del mundo, sus emociones y temores en pinturas sobre las rocas que quedaron como testimonio del afán del hombre por expresarse más allá de los sentidos sensoriales. Abstracciones del espíritu que nos diferencian desde entonces del resto de los animales.

Qué mensajes subliminales se encuentran detrás de este tipo de expresiones en la maquiladora? Un sentido de rebeldía que expresado de maneras políticamente correctas terminarían en despidos o en una invisible “lista negra”)? Un simple juego o burla? El desprecio absoluto por las reglas impuestas? Una queja amarga y silenciosa por la falta de atención a las necesidades básicas de las trabajadoras en ese lugar concreto? (Esta maquiladora era esa donde con frecuencia faltaba el papel de baño) Acaso ausencia de valor civil, educación y conocimiento para usar las vías apropiadas? O todo lo anterior?

Lo cierto es que un moco vale más que mil palabras.

Al día siguiente las ocho puertas fueron removidas en castigo a las cochinas expresiones. Y todas pagamos el precio de la expresión silenciosa de nuestros espíritus en una de sus formas más primitivas.

viernes, septiembre 10, 2004

DICRIMINACION LABORAL EN JUAREZ

Estoy harta de leer el Aviso Clasificado de los Diarios de esta ciudad ofertando vacantes con requisitos ridículos y violatorios de los derechos humanos y laborales a todas luces. A veces creo que la responsabilidad de los anuncios no son tanto de los ignorantes que discriminan por igual género, edad, estado civil, formas de vestir y hasta apariencia, sino de los representantes de Recursos Humanos de empresas muchas de las cuales son de las llamadas "Fortune 500", es decir empresas reconocidas a nivel mundial. Es muy probable que a nadie que tenga trabajo le importe un pepino lo que digan los anuncios de puestos vacantes, pero si estás sin trabajo y encima tienes 45 años, te gustaría decirles dos o tres verdades a los empresarios y a sus funcionarios a los que no solamente les falta conocimiento sobre los derechos fundamentales de la sociedad en la que viven, sino que además carecen de sentido social. Estoy segura que no lo hacen con mala intención, simplemente son el triste reflejo de una sociedad en la que el desprecio por los demás campea y cuyo sistema educativo ha omitido deliberadamente la concientización respecto a los derechos humanos.

Analicemos un poco:

La Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 22 dice que "Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección al desempleo"

La Ley Federal del Trabajo en su artículo 3: "El trabajo es un derecho y un deber sociales, no es artículo de comercio, exige respeto para las libertades y dignidad de quien lo presta y debe efectuarse en condiciones que aseguren la vida, la salud y un nivel económico decoroso para el trabajador y su familia.
"No podrán establecerse distinciones entre los trabajadores por motivo de raza, sexo edad, credo religioso, doctrina política o condición social"

El Diario Oficial de la Comunidad Europea publicó con respecto a la Igualdad de trato en materia de empleo y de ocupación: ..."La Unión Europea está basada en los principios de libertad, democracia, respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales, así como el Estado de Derecho. Por consiguiente, la UE debe adoptar todas las medidas necesarias para combatir cualquier tipo de discriminación, especialmente si tiene que ver con el empleo y el mercado de trabajo... "El artículo 13 del Tratado CE, introducido por el Tratado de Amsterdam, concede poderes específicos a la Comunidad para combatir la discriminación por motivos de sexo, origen racial o étnico, religión o convicciones, discapacidad, edad u orientación sexual".....

Y así podríamos seguir repasando las legislaciones relacionadas con el derecho al trabajo. Son bastante claras, no? Aunque la Ley del Trabajo Mexicana se queda un poco corta pues no alude a la discriminación por orientación sexual, discapacidad u origen racial o étnico.

Entonces por qué leemos continuamente anuncios como "Se solicita señorita con magnífica presentación entre 18 a 23 años con paso adecuado a su altura?" o "Se solicitan operadores. No vestimenta chola", o simplemente los rangos absurdos de edad que se solicitan: "20 a 23 años", 20 a 30 años; o aquellos que indican: "edad máxima 30 años". Lo que me returce el alma de coraje es que no hay casi ningún anuncio que no sea para velador en una oscura construcción donde se acepten personas mayores de 45!!!!. Y no es que me de coraje por tener yo 45, pero señores, la edad de jubilación en este triste país es de 65 años!! Acaso una persona de los 45 a los 65 está aniquilada? Vamos, si en otros países se reconoce la experiencia de los profesionales "seniors", y aquí los mandamos al asilo? Sabían que en Estados Unidos es ilegal y hasta una demanda puede haber si se discrimina?

La discriminación laboral en esta ciudad es vergonzosa y hay que pararla. Basta de que se condene a la miseria a personas trabajadoras y honradas, en la plena cúspide de una vida laboral plena y rica en experiencia. Dejen de tratar a las mujeres como vulgares cantineras seleccionando jovencitas bien formadas (no es envidia!) y reconozcan a los jóvenes trabajadores aunque se vistan de cholos y traigan un arete en la lengua.

Y al Diario de Juárez: En lugar de sacar cada semana su espantoso Suplemento pseudo cultural, denuncien los actos que denigran esta comunidad cansada de mediocridad.

sábado, septiembre 04, 2004

MARIA

María encontró por fin en la maquila una manera de terminar con el único trabajo que ella creía podía realizar sin la ayuda de una educación que no tenía. Cuando alguien le dijo que podía encontrar un trabajo más decente que en la cantina no lo dudó mucho. No tendría más de 20 años y su sonrisa ingenua delataba la facilidad con la que muchas veces pudo haber sido engañada y enganchada a una vida de vicios y prostitución. Eso fue la maquila en sus inicios, un asidero desesperado para centenares de jóvenes orilladas a obtener un salario en los inmundos bares del centro; la posibilidad de un ingreso fijo que no era mucho, aunado a la prestación del Seguro Social y a la esperanza de una vida con mayores expectativas de superación. A eso se agarró María y se metió de lleno, esperanzada, al ensamblaje de productos en serie. Algo se le quedó todavía de sus antiguas costumbres y al trabajo grasiento y lleno de maquinaria, seguía llevando los atrevidos vestidos que usaba en la cantina que delineaban su bien formado cuerpo de veinte años y los tacones altos que lograban respingar un poco más su caderas redondas y demarcaban al caminar sus chamorros blancos. Por eso y porque a diferencia de sus compañeras María era rubia, con pecas en la cara y la piel blanca arrancaba silbidos al caminar entre las líneas de producción.

También se le quedaron las mañas y estaba convencida de que había que agradar al jefe en turno con “amabilidad” para lograr su atención y con un poco de suerte, ascender en el organigrama de la empresa. Por eso caminaba de ese modo insinuante y sonreía a un lado y a otro cuando iba a buscar al jefe para tratar cualquier asunto como si se moviera todavía entre las mesas de la cantina e intentara agradar a los clientes.

María estaba enamorada como cualquier otra chica de su edad que se ilusiona y alguna vez contó que fue el amor por su hombre el que la hizo tomar la decisión de abandonar la cantina. Pero el amor de su vida la abandonó cuando supo que le practicarían una Salpingoclasia. Esa palabra desconocida le sonó demasiado sospechosa al novio quien pensó que era una enfermedad venérea y la abandonó por eso, no se molestó en investigar su significado. María tampoco sabía lo que era y un día, con mucha vergüenza y timidez me preguntó qué era eso que le iban a hacer y le contesté que era una operación para ligarle las trompas y de esa manera no tendría más hijos (tenía ya tres), le dije que le explicara a su novio, pero él no quiso saber nada de ella. Poco después de la operación María renunció al trabajo.

Hace algunos años la volví a ver cuando entré con mi esposo a tomar una cerveza en un bar menesteroso del centro. Ya había perdido las formas y había cambiado los vestidos llamativos por un traje deportivo deslavado y gris, pero todavía tenía la sonrisa inocente de los que ignoran casi todo del mundo, excepto su maldad. Me contó que el dinero en la cantina era mucho más de lo que pagaban en la maquila y por eso ya nunca volvió.