domingo, octubre 31, 2010

LA POLICÍA REPRIME A ESTUDIANTES JUARENSES



Los últimos disparos en contra de estudiantes en México de los que teníamos memoria fueron el 2 de Octubre de 1968. Hace 42 años exactamente, en Tlatelolco, como muchos recordarán. Eso fue hasta el viernes 29 de Octubre, cuando agentes de la Policía Federal dispararon contra estudiantes universitarios que se manifestaban pacíficamente contra la militarización y la violencia por las calles de Ciudad Juárez. Cuando llegaban al Instituto de Ciencias Biomédicas para iniciar un Foro en el que se programaron varias actividades culturales, patrullas federales se apostaron frente al Instituto y dispararon contra los estudiantes. Darío Álvarez Orrantia, de 19 años, estudiante del primer semestre de la carrera de Sociología, recibió una bala por la espalda que hizo estragos en sus vísceras como puede apreciarse en el video. La cadena de crímenes que asolan la ciudad se incrementa cada día, así como la variedad y nivel de crueldad de éstos sin que la sociedad vea que los responsables sean perseguidos y juzgados. Los ciudadanos esperábamos que los niveles de delincuencia disminuyeran en la misma proporción en que se aumentaba la vigilancia militarizada que se mantiene en la ciudad desde hace tiempo. No ha sido así. Todos los días los diarios nos muestran las trágicas evidencias de una guerra sin cuartel entre los cárteles que se disputan la supremacía de la venta de drogas. En las estadísticas no hay sólo adictos vendedores y compradores, sino niños, policías, agentes de tránsito, extorsionados y extorsionadores, periodistas, víctimas de fuego cruzado, mujeres embarazadas. El gobierno no ha sido capaz de mostrar resultados congruentes con su discurso, que incluso a nivel internacional parece recibir congratulaciones. La sociedad, abrumada hasta lo inconcebible está saliendo a las calles. Las organizaciones están movilizándose. La represión puede ser el detonante de un estallido social y el ambiente está caldeado. El disparo que pudo haber matado a Darío Álvarez fue un acto excesivo e irresponsable y representa una violación grave a la libertad de expresión y la manifestación de las ideas. La sociedad juarense ha condenado ya estos hechos en todos los medios. Es urgente que el Estado proporcione respuestas creíbles y verificables y cese cualquier acto que lesione los ya de por sí vapuleados derechos de los juarenses. Exigimos que los responsables del intento de homicidio de Darío sean detenido y juzgados.

Las últimas noticias sobre Darío indican que está estable y fuera de peligro por ahora, después de una cirugía en la que fue necesario cortarle ochenta centímetros del intestino delgado.


jueves, octubre 28, 2010

HABÍA CRUZADO LOS DEDOS


Había estado manteniendo los dedos cruzados por que la ola violenta y roja que se nos echó encima sin saber muy bien cómo ni cuándo, no llegara a los trabajadores de las maquilas. De igual forma que esperaba que las balas con un nombre en la punta no alcanzaran a los niños, a los que cruzaban la calle, a las mujeres esperando un hijo. Hubiera deseado que las mujeres no se hubieran llenado las manos de sangre por dos mil pesos. Y que la muerte no se repartiera como granos de arroz en una boda o semillas en el campo.

Hubiera hasta rezado porque nadie gozara con regodearse con la agonía; que la muerte, ya que se empeña, llegara expedita, sin dramatismo.

Pero ni que la muerte la repartieran sólo los hombres. Ni que los asesinos se detuvieran a pedir credenciales, comprobantes de edad o pruebas de embarazo. Aquí la muerte no hace concesiones. Se desgrana ya sin mirar, sin odio ni emociones. Desde cinco centímetros a un metro noventa somos todos elegibles. Si no para morir, para ser secuestrado, para que alguien se quede con el botín de lo que traigas en tus cuentas. Veinte pesos o veinte mil, no importa, tarde o temprano alguien tocará a tu puerta, llamará a tu teléfono exigiendo, amenazando. Si para morir, la variedad es infinita. Según el verdugo, el tiempo y las formas para quitarte la vida.

Se han puesto armas en manos de miserables para matar miserables casi siempre. Alguien dice dispara, si no lo conoces no sentirás nada. La muerte sin odio se vuelve absurda, descabellada.

Los sicarios ahora disparan a trabajadores que ganan sesenta y siete pesos diarios cuando van de regreso a casa. No van tras ellos, pero es igual. La muerte así es, no tiene motivo, elige a las víctimas en una lotería. Y se extiende como una mancha roja.

Había cruzado los dedos, pero no funcionó.


Diario de Juárez 10/2872010: Rafaguean camiones de transporte de personal. Hay cuatro muertos.