lunes, octubre 01, 2007

¡SALVEN A LOS CABALLOS!

Los derechos de todos los trabajadores deberían ser respetados. Aun si los trabajadores son animales no humanos. Pero si los derechos laborales de las personas son violados con frecuencia, ¿qué podemos esperar del respeto a los de las bestias trabajadoras?

De vacaciones en Mérida mientras Ricardo y yo mirábamos pasar las “calandrias” emperifolladas con flores de papel de vivos colores desde un bar, el caballo adornado también con flores que tiraba de la calesa, de pronto colapsó ante la mirada impotente de los centenares de turistas que circulaban por la calle. No fue sino hasta mucho después que lograron reanimar al pobre equino. No me acordaría de esta historia si no fuera porque en reciente artículo del New York Times (Once Around the Park, Editorial, Sept. 8, 2007) se llamaba la atención, debido a un hecho similar al de Mérida, sobre la necesidad de mejorar las condiciones de los caballos que se destinan a jalar carruajes para dar románticos paseos a los turistas en Central Park.

No es solamente en México y en Estados Unidos que los encantadores paseos en tartana son tan populares. Desde Egipto hasta Birmania, Marruecos, España, Rusia y Canadá y prácticamente en cualquier país del mundo, los caballos van tirando de las calesas y sus cargas en extenuantes jornadas, a veces maltratados por sus dueños, a veces malcomidos y sin tomar agua, a veces demasiado viejos para esa clase de trabajo.

Puesto que cada ser vivo tiene un valor en sí mismo y cumple una importante función en la biosfera, me uno a las voces de los activistas de los derechos de los animales para que se creen leyes en todos los países que aseguren que los caballos que se usan en estas actividades tengan establos limpios; que se les realicen exámenes regulares; se determine una edad de retiro y que sean tratados dignamente.

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