martes, enero 31, 2006

CARTA A ANITA


Hola Anita, espero que estés bien.

Supongo que te sorprende que te escriba después de todos estos años. La última vez que nos vimos todo parecía tan normal entre nosotros. Pero me quedé con eso clavado desde el día que te despidieron y… no sé, me siento responsable aunque no lo sea pero creo que te debo una explicación. En primer lugar, quiero pedirte que tomes en cuenta que yo era tu supervisor y hay muchas cosas confidenciales, tú sabes, que yo no podía contarte por muy amigos que fuéramos. Algunas semanas antes de que te despidieran hubo una junta con los gerentes. Nos explicaron que la empresa atravesaba una situación difícil y que era necesario recortar personal para reducir los costos. Nos hicieron una presentación con gráficas y todo para demostrar que lo que decían era verdad. El Gerente General se veía muy preocupado, y parece que no le gustaba la idea de deshacerse del personal. En fin, para qué te tiro todo este rollo, el caso es que nos pidieron que analizáramos los puestos de los que podríamos prescindir en nuestros departamentos o que creíamos que se podían combinar con otros. El Gerente fue muy claro cuando dijo que esta información no se divulgara porque podría crear una situación de preocupación entre los trabajadores, tú sabes, demandas, sindicatos, y eso es algo que no les conviene a las maquilas. Entiéndeme, yo era personal de confianza y estaba obligado. Lo que menos quería era afectarte a ti o a los demás, especialmente a ti. Pero tú sabes tan bien como yo que la carga de trabajo en Regresos de Cliente había disminuido un montón y yo veía que te quedaba tiempo libre.

Quedamos en tener una junta la semana siguiente en la que debíamos entregar una lista tentativa de puestos a eliminar o combinar y los nombres de las personas que por su baja carga de trabajo o pobre desempeño serían despedidas coforme a la ley. Y en esa lista estabas tú. Quise decírtelo antes de que ocurriera pero no pude. Una vez entregada la lista todos los empleados en ella serían indemnizados al siguiente viernes. Entonces ese día te cayó de sorpresa. Como agua helada supongo. Y habrás pensado que yo era un traidor, pero es que no sabes lo que yo sentía. No eras solamente tú, sino diez más. Y no tuve el valor de mirarlos a la cara ese día, ni siquiera tenía la libertad de despedirme de ustedes, sobre todo de ti, que fuimos amigos entrañables. Tenía que ser sorpresivo para no alertarlos, no fuera a pasar que se les ocurriera una huelga o algo así, entonces yo hubiera sido responsable! Cuando los llamaron a la oficina para entregarles la indemnización sé que saliste llorando y pude verte a lo lejos con la cara entre las manos y el guardia escoltándote hacia la salida. También yoquise llorar. ¿Era esa la forma despedir a una trabajadora de tantos años,como si fuera una ladrona? ¿Qué ibas a hacer de ahora en adelante, con una hija; sin marido? Perdóname por todo eso, Anita. Sé que es difícil y entiendo que nunca más volvieras a llamarme. Sólo espero que comprendas un poquito y si te sirve de consuelo, semanas después de que te fuiste, siguieron despidiendo personal. Yo entre ellos.

Ojalá que hayas podido encontrar un trabajo pronto – yo todavía no - . No me guardes rencor y recuerda que no te olvido.

3 comentarios:

Carlos César Alvarez dijo...

Casi que me atrevo a decir que es tu mejor post. Impactante.

Agustín García Delgado dijo...
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Agustín García Delgado dijo...

Como que sucede a diario, pero nunca lo vemos desde ese ángulo. Siempre se llora cuando a uno lo despiden. Yo, que soy tan macho, también lloré en una ocasión semejante.
Coincido con el brujo don carlos: impactante.