Las sandalias blancas aparecieron después de haberlas buscado muchos días. Estaban allí, como palomas muertas asomando la cabeza entre la arena del desierto. No eran unas sandalias muy bonitas, eran de esas del montón, de charol y con tacón bajo, y con un broche simple para ajustar la correa en un lado. Si no hubiera sido por el brillo que habían perdido por los días bajo el sol, serían unas sandalias promedio, como esas muchachas que no son ni tan feas ni tan hermosas, pero que tienen un no sé qué. Verlas así tan abandonadas y solas, hacía que quien las conociera, nunca apartara su imagen de la memoria. Cuando las encontraron, estaban separadas entre ellas; tenían los tacones hacia arriba y las puntas medio hundidas en la arena. Su color lechoso hacía que los pies oscuros e inertes de quien las calzaba resaltaran aun más. Esas sandalias se hicieron famosas en el mundo cuando su foto, incluidos sus pies recortados contra el ocre de la arena, circuló por el mundo. ¿Quién lo iba a decir? ¡Unas sandalias tan poco favorecidas como ésas! Otros cientos de zapatos de mujer, quién sabe si por envidia de las sandalias blancas, o vaya usted a saber por qué, empezaron a aparecer después en el desierto y nadie puede saberlo pero hay quien cree a pie juntillas que los zapatos se libraron de sus dueñas para salir en la foto. Si no fuera así, entonces habría que pensar que anda un asesino suelto.
4 comentarios:
Me gustan más los zapatos con alas
¿Una asesina que para afilar su sigilo se quita los zapatos? Digo asesina, porque sin duda son sandalias de mujer. Excelente la ilustración. Abrazo.
Que maravillosas fotografias ! Besos de Grecia !
Un abrazo desde Portugal.Muy buenas fotos
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