Un comentario de Anastasia relacionado al tema de lo emigrantes, me dejó reflexionando. Sobre todo por el hecho de que aun en nuestros propios países excluimos a algunos grupos minoritarios como por ejemplo los indígenas, y los tratamos como extraños en su propia tierra. Por eso voy a referirme a los indígenas del estado mexicano de Chihuahua, desde donde escribo en este blog, para hacer un recordatorio de las enormes grietas que todavía nos falta resanar antes de gritar consignas pro-amnistía o antes de exaltarnos por el trato dado a nuestros connacionales en un país extranjero.
La palabra Rarámuri significa "Los de los Pies Ligeros", o "Pies que Vuelan", y se sabe que los Tarahumaras se caracterizan por ser excelentes corredores. Pies que Vuelan es un nombre que hace honor a la increíble habilidad que adquirieron a través de cientos de años en su tradicional carrera de bola o rarajápari, en la que se hacen competencias para correr unos 200 Km - que pueden durar hasta 2 días - tras una bola hecha de raíces de encino. Los Tarahumaras o Rarámuris (Tarahumara es la palabra castellanizada de Rarámuri, al entenderla o pronunciarla mal los primeros españoles que llegaron a Chihuahua en el siglo XVI) son una comunidad indígena que vive al Suroeste del Estado de Chihuahua en la Sierra Tarahumara en un área de unos 50 Km cuadrados a 2000-3000 m sobre el nivel del mar y con profundas barrancas de hasta 500 m sobre el nivel del mar.
De acuerdo a vestigios encontrados en la Sierra Tarahumara, los primeros pobladores en ese lugar datan de hace 15,000 años, pero no fue sino hasta 1606 que los españoles tuvieron contacto con este grupo indígena. De los 70,000 indios rarámuris en 1990, unos 10,000 son monolingües y basan su economía en la agricultura, el pastoreo, la caza y la recolección, además de complementarla con la venta de artesanías.
Según una leyenda de sus antiguos pobladores, el mundo fue creado por Rayenari -dios sol- y Metzakka - diosa luna -. Rayenari fue quien les dio vida y los chabochi (los blancos) el diablo.
Su lengua es dulce y se expresan de manera poética, por ejemplo al saludarse: "Te saludo con la paloma que gorjea, te deseo salud y felicidad con los tuyos"
Su indumentaria, costumbres y tradiciones no han cambiado mucho con el tiempo, pues los tarahumaras, tal vez por el inhóspito lugar donde siempre han vivido, se han resistido a adaptarse o incorporarse a la sociedad moderna, lo que los hace más vulnerables a la marginación y el aislamiento. A pesar de que el gobierno pregona su apoyo a esta y otras comunidades indígenas en el país, los indios Tarahumara aun viven en condiciones paupérrimas, sin electricidad, agua potable, hospitales ni escuelas suficientes. La instalación de algunas fábricas textiles ha fracasado, pues no hubo programas efectivos para comprar las mercancías que las mujeres tarahumaras confeccionaban. Debido a ello, y los efectos adversos en la agricultura por las sequías, los tarahumaras cada vez más son forzados a emigrar de su increíble montaña para pedir Kórima o limosna, sorteando los coches de las ciudades del estado de Chihuahua. Además, son presa de enfermedades propias de la miseria.