lunes, octubre 25, 2004

MADRES CON EL CORAZÓN PARTIDO

En qué piensan todas las madres mientras toman de la banda transportadora con habilidad las partes y las ensamblan, o mientras atienden con la mirada ausente una nueva junta? Sus pensamientos vuelan hasta los hijos que dejaron solos o al dudoso amparo de una bienintencionada vecina quien presa de sus propias penas no tiene tiempo para regalar a hijos ajenos. Las historias trágicas y desgraciadamente frecuentes que han ocurrido mientras las madres están en su trabajo, me han conmocionado cada vez que las he leído.

Es muy desafortunado que no haya suficientes guarderías del IMSS - sobre todo en las áreas de la periferia – para atender a los hijos de las trabajadoras y que los padres de familia – donde los hay – no apoyen a sus parejas en el cuidado integral de los hijos. También lo es el hecho de que las guarderías del Seguro Social tengan un límite de edad de 4 años para los menores que aceptan.

Lanzo un exhorto en este sentido a quienes corresponda para modificar esta situación en pro de los derechos de los menores de edad y de las mujeres que son madres.


“Buenas tardes. Hoy vamos a darles a conocer las rutas de evacuación de la empresa...”

Sueñan en el dulce aroma del bebé que se quedó en la cuna, en sus sonrisas que no podrá disfrutar hasta muchas horas después, en la increíble suavidad de su piel y en su mirada asombrada y feliz y entonces un dolor como puñal se clava muy dentro por no poder estar allí con él para disfrutarlo y festejar la gloria de ser madre.

“En caso de emergencia hay que salir de manera ordenada y dirigirse a los puntos de reunión que ya hemos señalado...”

Sufren pensando en el otro pequeño que está enfermo y no tendrá quien lo abrigue si le da frío; ni un abrazo amoroso si su mal se agrava y llorara; ni quien le dé la medicina que toca a las diez.

“Los extintores se encuentran en cada área de trabajo identificados con los siguientes señalamientos...”

Y se preocupan del otro adolescente ya, y que de consejos no hace caso, en todos los peligros que lo acechan en las calles, en los poco confiables amigos con los que anda, en el alcohol que delató su aliento el otro día.

“Los miembros de la Comisión de Seguridad acudirán por el equipo de emergencia en cuanto escuchen la alarma...”


Y sobre todo piensan en la mayor, que ya tiene novio y que por andar con él descuidará a sus hermanos y se saldrá de casa para lucir su juventud y sonreírle a la vida, y saldrá por la tarde sin preocuparse si es de noche. Con lo oscuras y peligrosas que están las calles! Y las madres tiemblan y rezan por que nada de lo que han estado publicando los diarios les pase a sus hijas.

“Entonces si no hay dudas, la junta ha terminado. ¡Vayamos con entusiasmo a participar del ambiente seguro de nuestra empresa!”

Y en sus ojos hondos y tristes sólo hay resignación y vuelven las manos a tomar las piezas y las ensamblan, y así una y otra vez; hora tras hora; mientras con el alma de paloma ruegan por sus hijos, y de vez en cuando con las manos engrasadas enjugan lágrimas prófugas que surcan caminos ya conocidos.

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