jueves, octubre 28, 2004

ASISTENCIA PERFECTA

”Reloj no marques las horas
porque voy a enloquecer”...



Si alguien pregunta a un trabajador de maquila lo que hará el fin de semana, la respuesta invariable será: “dormiiir”. Dormir? - se preguntan los que no conocen los avatares de levantarse a horas impías – Suena absurdo, pero es comprensible que quienes no hemos logrado domar nuestro reloj biológico al punto de no sentir odio crónico por el despertador añoremos un día en el que podamos despertar cuando al cuerpo mejor le parezca y no forzados por el sonido incesante de un aparato.

Cuando el hombre se dio cuenta de que podría mejorar sus ganancias si repartía el día en jornadas de trabajo, inventó el despertador como herramienta que ayudara a sus propósitos, atrofiando con ello una serie de comportamientos naturales inherentes al ser humano que irremediablemente redujeron la calidad su existencia (de sobra es conocido el riesgo de hipertensión y otras enfermedades por vivir deprisa) Es por eso que contaré la historia de Irene, un caso sorprendente y digno de estudio científico. Irene representa un ejemplo para los trabajadores del mundo y si por mí fuera la erigiría un monumento a su perseverancia y puntualidad.

Irene jamás ha llegado tarde en 23 años y cada año su asistencia ha sido reconocida con el Bono de Asistencia Perfecta de la empresa. ¿Qué misteriosos artilugios emplea Irene para llevar a cabo tal proeza? Vamos, reconozcamos que alguna vez cuando menos, hemos contado alguna mentirilla para justificar nuestra tardanza ya sea por habernos desvelado un poco más de lo acostumbrado; ya sea porque se fue la luz y por consiguiente el agua, y no hubo la manera ni de cepillarnos los dientes; o porque la noche anterior ajustamos la hora incorrectamente en el despertador; o por algún problema de salud, etc. Bueno pues Irene jamás tuvo esas inconveniencias y si estaba enferma, aun con fiebre se presentaba a trabajar! Y jamás el frío, la lluvia, el camión, el tráfico o el simple deseo de quedarse en cama! La detuvieron en su propósito de llegar a tiempo, no es asombroso?

En aras de obtener el Bono de Asistencia Perfecta anual por veintitrés años consecutivos Irene ha sacrificado no pocos placeres mundanos como pasar una noche con los amigos hablando de los temas trascendentales hasta ver la luz del amanecer; o después de tener un sueño de esos que no tienes en diez años decidir que no quieres olvidarlo y en lugar de ir a trabajar te levantas y lo escribes; o tener una de esas noches románticas que sería de locos no continuar por la mañana; o apasionarte con la lectura de un libro al grado de no soltarlo hasta terminarlo, y yo que sé qué más puede detener (aunque sea momentáneamente) nuestra obligación al trabajo!

Lo que es cierto es que la mirada de Irene es casi siempre triste. Con callada resignación lleva una vida metódica que la obliga a ir a la cama desde las ocho y treinta de la noche para no correr el riesgo de despertar jamás más allá de las cuatro y media de la mañana. No bebe ni fuma, con lo cual se asegura de no caer en los excesos típicos de tales vicios. Y para garantizar una tranquilidad emocional a toda prueba no se ha casado ni tenido hijos. Su sosegado carácter la asegura contra cualquier alteración de los sentidos, por eso nunca ha tenido altercados en sus relaciones que comprometan su llegada oportuna a su lugar de trabajo. Evita además a toda costa ejercer un sentido crítico y calla ante cualquier situación injusta aun si la desaprueba, por no ganarse antipatías sociales y laborales.

Hay veces que hubiera querido ser como Irene pero me han detenido algunas noches que se han cruzado en el camino que de no haberlas vivido no poseería ahora los pequeños retazos de felicidad que he logrado arrebatarle a la existencia. Y aunque no en la medida que lo hubiera deseado, he tratado de hacer escuchar mi voz por diferentes medios mostrando con ello mi postura y asumiendo las consecuencias.

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