jueves, febrero 17, 2005

UNA MAQUILA AMERICANA

Los viajes aportan mucho más al esclarecimiento y ampliación de nuestra visión del mundo que cualquier lectura u otro método de absorción cultural empleado para acrecentar nuestro conocimiento universal. Lo he experimentado cada vez que he tenido la oportunidad de salir del microcosmos de mi existencia limitada por fronteras físicas y psíquicas. Podría extenderme sobre los beneficios experimentados a nivel íntimo y personal de estas experiencias viajeras que me han permitido comprender mi pertenencia al universo conocido a nivel íntimo y personal, pero me interesa ahora hablar concretamente sobre mis impresiones al visitar en varias ocasiones una empresa norteamericana, es decir de los Estados Unidos, y cómo se compara ésta con la maquila de este lado del Río Bravo.

Esta maquila americana es gigantesca y manufactura productos terminados que llevan a su vez, componentes que se fabrican en la frontera mexicana, específicamente en la maquila en la que ahora trabajo. Nada más llegar al estacionamiento, se advierte la brecha económica entre los trabajadores mexicanos y los de allá: coches de modelo reciente y marcas de moda. Al entrar al área de recepción, banderas multicolores representativasde los países de origen de los trabajadores que conforman la fuerza laboral están colgadas en el techo. Un rasgo respetuoso de la Gerencia de esta empresa ante la variedad cultural de sus empleados. Al observarlas, una se da cuenta de la movilidad de las masas del mundo y de lo frágiles que pronto resultarán las barreras por contener la ola de seres humanos hacia regiones más prósperas. Nada ha cambiado desde la Era de la Glaciación, cuando el hombre por hambre caminó por senderos mortales para sobrevivir: los mexicanos por ejemplo cruzan desiertos hirvientes en pos de mejores condiciones y gran parte perece en el intento. El fenómeno de la mundialización forzará aun más esta migración masiva.

Gigantescas maquinarias y prensas de muchas toneladas pasan como en película mientras recorres los pasillos de las áreas de producción. Lo rítmico de los sonidos estridentes de la maquinaria me recuerda la película de Lars Von Triers "Dancing in the Dark".

Al pasar observo a los trabajadores y los comparo con los de la maquila mexicana. Los empleados nacionales americanos en promedio son mayores que mis connacionales. Los jóvenes en Estados Unidos estudian, mientras que los jóvenes del Tercer Mundo tienen que ganarse la vida. Sin embargo, hay muchos empleados inmigrantes que también son muy jóvenes. Los hay chinos, sudamericanos, mexicanos, indios y pocos europeos, cuyo nivel de vida es mejor y por lo tanto, sin tanta necesidad de emigrar. Los empleados inmigrantes por lo general reflejan ese estado de inferioridad al que han sido sometidos no solamente en su propia tierra, sino el que adoptan una vez asumido que el mundo al que han llegado los supera en tantos sentidos. Sin embargo, su actitud no es tan sumisa ni tan melancólica como los que están en latitudes más al sur de la tierra americana. Todos ellos han tenido la valentía que ya muchos quisiéramos: largarse un día con una mochila pletórica de sueños a cuestas; luchar con denuedo por un lugar en territorio ajeno, y afrontar un destino solitario. Para eso se necesita un par.

La gran diferencia probablemente estriba en lo que los trabajadores se llevan al bolsillo cada día de pago. El salario mínimo supera al mío a pesar de tener yo un puesto administrativo medio.

Al paso de visitantes como yo y cualquier otro todos los trabajadores sonríen o saludan. Si son mexicanos, su simpatía es mayor. Sus miradas no son ausentes como en este lado, donde los corazones oprimidos por la pobreza impiden mirar al mundo y a los otros, y los pensamientos son prisioneros de la preocupación.

Con razón todos se quieren ir "al otro lado"

3 comentarios:

Lino Coria dijo...

Cada que te leo pienso “Qué bien escribe Elpidia.”

Triste la situación de nuestro país. Tanta pobreza, tanta injusticia. Corrupción, indiferencia, ignorancia.

Me acuerdo de alguien (en México) que un día dijo delante de mí que los pobres están pobres por h—v-n-s. Por supuesto que hay gente pobre que es floja, pero comentarios de esa naturaleza, hechos tan a la ligera, reflejan la ignorancia de quienes nunca nos hemos visto en verdaderas dificultades económicas.

Nuna he estado en una maquila, pero me imagino unas áreas enormes, indiferentes ante las personas que ahí viven.

Y mejor dejo aquí este comentario, porque ya me empecé a sentir bien ignorante y que sólo estoy diciendo una serie de tonterías. Gracias, Elpidia, por compartir esto con tus lectores.

Maquila Donna dijo...

Lino,

Agradezco tu sensibilidad hacia el asunto de mi bitácora. De ninguna manera son tonterías tus comentarios pues demuestran tu solidaridad hacia una clase que además de explotada es olvidada por muchos.

Un abrazo,

Elpidia

Anónimo dijo...

Ahora estoy leyendo mas de tu bitacora, con una sed de conocimiento ... por las situaciones que se presentan en las maquiladoras...... gracias por compartir esos comentarios con nosotros......