Desde lejos
Para llegar hasta el área de recepción hay que serpentear un caminito cubierto de círculos de piedra en una gama de tonos de café que destaca entre el zacate verde como una boa quiescente. A los lados, grandes macetas de madera rústica rebosantes de geranios de colores muy vivos, hacen pensar que uno se dirige a un apacible hogar más que a un lugar de producción en masa. Arbustos siempreverdes con las frondas cortadas como un cubo, complementan los adornos naturales del frente alegrando la vista al cruzar la reja metálica que rodea la propiedad.
La pintura del edificio y del enrejado de hierro lucen nuevas y los cristales de las ventanas brillantes evidencian un mantenimiento impecable. Los espacios para estacionamiento están debidamente delineados con rayas amarillas y letreros metálicos azules indican los destinados a los visitantes y proveedores. Los demás están identificados con un número único asignado a los trabajadores que tienen carro. No como en otras fábricas menos felices, donde sólo los gerentes tienen su lugar personalizado con su nombre. No, en
El nombre de la empresa, extranjero casi siempre, se ostenta en algún lugar visible del muro frontal.
En la parte posterior de
En cada lado del edificio las puertas de emergencia pintadas de un color verde radiante parecen suficientes para una evacuación en caso de peligro.
Desde lejos pueden verse algunos hombres extranjeros con camisa blanca y corbata que salen a fumar un cigarro, o se dirigen de prisa maletín en mano al estacionamiento.
Dos veces por turno, un timbre ronco y desapacible que anuncia los descansos para comidas se escucha hasta el exterior. Uno puede imaginar a los artífices del trabajo revoloteando agitados entre las líneas de producción para llegar cuanto antes a la cafetería y apurar los alimentos; luego tal vez, si el tiempo alcanza, salir unos minutos y sentir un poco de sol, un girón de viento, y reconocer el magnífico azul único del cielo mientras exhalan hacia él las volutas de sus cigarros y las adivinan confundiéndose con las nubes abullonadas.
Numerosas cajas grises de tráilers alineados descargan las materias primas , a la vez que en otros cargan los productos finales para exportarlos. En la larga cadena productiva, los que completan los productos con sus miles de manos, desconocen las cifras de las ganancias millonarias que se obtendrán del producto de su esfuerzo.
Es verdad que es bueno trabajar en un lugar lindo y seguro, pero entonces ¿por qué los obreros que deberían ser felices, al terminar sus turnos marchan a casa como animales fatigados, cansados por la pesadumbre de la vida, desesperanzados?
Y en
2 comentarios:
¿A poco cambias el título del blog y lo rebautizas "Maquilas felices"? :)
Vivimos en un mundo de apariencias, al punto de que los trabajadores, quienes al final del día acaban como "animales fatigados" a veces parecen no sentirse útiles ni verdaderos miembros del género humano hasta que entran a ese paraíso al que van a trabajar tan duro, irónicamente.
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