Por fin en casa. Después de varias semanas de vacaciones y de rebosar los corazones con la variedad que nos ofreció el mundo, ésta diferente a la que la rutina nos obliga, emprendimos el regreso a la frontera deseando sacudirnos el polvo y sentarnos a nuestra propia mesa para revivir una vez más los momentos felices antes de que el tiempo los confunda entre los recuerdos de lo vivido y los que desearíamos vivir. Pero a veces se corre el riesgo de que la experiencia del regreso desde un sitio distante, borre en unas cuantas horas esos fragmentos de felicidad que le robamos a hurtadillas a la vida. Poco faltó para que así fuera. Vuelos retrasados, sobrevendidos, recorridos por aeropuertos de extremo a extremo intentando conseguir nuevos vuelos, hombros lastimados por el peso del equipaje de mano, maletas exraviadas, desesperación, tiempos de espera interminables, y un largo etcétera. Con todo, fue posible sacar provecho de esa situación forzada y agregar lo rescatable a la lista de ganancias del periplo. Por ejemplo, si es por fuerza que te quedas una noche en París por un vuelo demorado; nunca habías estado allí y no tienes tiempo o dinero para ir a ver la Torre Eiffel, aprovecha para admirar la belleza de sus gentes y su idioma. Chapurrea cuando menos el escaso vocabulario que has aprendido en la tele. Como mínimo pudes decir merci, bonjour, o bonne nuit, aunque te salga fatal. Saborea el sabor único de una baguette francés untado con alguno de sus exquisitos quesos. Y en el aeropuerto Charles De Gaulle, en lugar de angustiarte si la cola no avanza, admira los vistosísimos trajes y turbantes de los pasajeros rumbo a Dakkar o a Brazzaville, y ya que estamos, investiga en el mapa dónde demonios quedan esos lugares que ni siquiera tenías idea de que existieran en el mapa. Si después en el aeropuerto de México pierdes tu conexión y te obligan a quedarte también, descansa esa noche y chúpate los dedos a la mañana siguiente con la amplia variedad de desayunos típicos mexicanos que acostumbran servir en los hoteles donde te hospedan a cuenta de la aerolínea. Y si no hay ninguna manifestación, en lugar de quedarte a leer el diario en la cama, lánzate al Zócalo, fente al Palacio Nacional y maravíllate con algunos de los vestigios de la civilización Mexica. La disyuntiva es, o disfrutar lo que se pueda de las vicisitudes del regreso, o ganar una gastritis que restaría alegría a las memorias del viaje.
Los viajeros están ya en casa. Ensartadas sus aventuras en collares multicolores que han colgado en sus corazones ahítos. Tienen trocitos del mosaico de pueblos que es el mundo grabados en algún lugar de la memoria. Descansan y se disponen a continuar lo empezado y a trazar la ruta del próximo año.
El título de la pintura de arriba es Viajeros de Irakli Chogovadze Ministro de Economía de Georgia
5 comentarios:
Ya extrañaba no leerte. ¡Qué maravilla gozar del optimismo y la capacidad de disfrutar hasta de los momentos menos propicios. Bienvenida y gracias por tu positiva y fértil disposición.
Besos
Me da gusto que regresaras. Seguramente vendrás llena de imágenes nuevas, aromas, personajes...
Abrazos!!!
Bienvenida.
Maravilloso artículo, con la riqueza de percepción y de vocabulario que le caracteriza.
Es un placer leerla.
Saludos cordiales
Te estás volviendo una asombrosa cronista de viajes. Bienvenida y nunca dejes de viajar. Aunque sea en sueños, cuando te aburran los aviones y los trenes.
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