lunes, enero 31, 2005

EN UN DIA CUALQUIERA

Cuadriculo el tiempo de la jornada cada mañana anotando tareas inaplazables so riesgo de reprensión intentando no dejar resquicios para la memoria, el ocio o la fantasía. Todo queda registrado en una bonita agenda con cubierta de piel Franklin Covey que orgullosamente se ufana pionera de la Administración del Tiempo. El amarillo del resalta textos abandera triunfal cada asignación completa. Aunque el afán sea mucho, siempre quedan actividades transferidas a otra fecha. De vez en cuando levanto la cara, cierro los ojos y suspiro pensando en que tal vez hoy haga un sol lindo que entibiaría la piel y el alma si pudiera salir a recibirlo fuera, y me reprocho un Te Quiero que tampoco hoy envié. Lanzo una maldición soterrada y vuelvo a repasar la agenda y los códigos de prioridades para asegurar que todas las “A” amarilleen a las cinco de la tarde. Sé que una vez más no lo lograré. Y afuera la vida pasa , y los que amas esperan, y cuando das cuenta, la marcha atrás no es ya posible.


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