Texto íntegro como lo leí en la presentación de "Torceduras", el 2 de octubre del 2016
“El
derecho a la identidad es el derecho a decir lo que soy,
lo que estoy siendo,
es también el derecho a imaginarme”
Liliana López Borbón
Agradezco a mi amigo José Jasso por
invitarme a comentar su publicación y sobre todo a ustedes por su interés en
los libros y por conocer y adquirir esta plaquette titulada Torceduras, la cual
leí con gran placer. Conozco a José y su interés por la literatura y el oficio
de escribir desde hace ya varios años, pues coincidimos por algún tiempo en el
taller de narrativa del Ichicult coordinado por el maestro José Juan Aboytia. Tanto
José como yo hemos trabajado en la maquila, bueno, él sigue trabajando allí, y
ambos sabemos lo complicado que es encontrar tiempo para escribir cuando se
tiene un trabajo tan exigente, por eso me alegro mucho de que José siga
esforzándose en este camino del solitario oficio de escribir. Quiero
comentarles que en el tiempo que confluimos en el taller, tuve una muy buena
impresión de los cuentos de José en cuanto a su estilo narrativo y sus
historias, así que no tuve ninguna duda de que los cuentos de Torceduras serían
un festín, por ello desde ya los invito a todos a comprar y a leer esta su
primera publicación. En mi comentario, solo alimentado por mi curiosidad
lectora y mi modesta experiencia en escribir, intentaré darles algunas razones
para animarlos a que lo hagan.
Cuando
uno escribe, se expone como si fuera otro ante el lector, se convierte así en
un escaparate, un espécimen dentro de un frasco; por ello, es necesario ser
honesto y sincero al compartir el abanico de experiencias propias o imaginadas.
Es esa autenticidad que encontré en Torceduras, y que el lector atento
apreciará al poder identificarse con las emociones que el autor quiere
transmitirnos. Sí, escribir requiere valentía, ya que estamos revelando secretos
de nuestra identidad, exteriorizando a través de los personajes y la ficción,
intimidades o preocupaciones. Esa osadía ideológica fue la que advertí en la lectura de Torceduras: una
escritura en la que el autor, libremente y sin tapujos, nos ofrece en cinco
historias, la búsqueda y el ejercicio del placer sexual en la que los
personajes intersexuales cuentan la vida a la que se enfrentan desde su condición
de homosexualidad. Puedo asegurarles que, a pesar de lo explícito de la
narración de algunos encuentros sexuales, su lectura no causa perturbación ni
incomodidad ya que José hábilmente combina su explicitud con gran sentido del
humor, ironía, lucidez y ternura.
Podemos
clasificar este trabajo como literatura queer, un término que por fortuna
surgió para diferenciar la literatura gay y la literatura queer, que abarca la
diversidad de homosexualidades “a partir de la década de los ochenta, y que ha
influido en estudios sociales y antropológicos, cuando las estadounidenses
Judith Butler (1956) y Eve Kosofsky Sedgwick (1950-2009), las mayores teóricas
de los estudios queer cuyos postulados han servido para el estudio de muchas
obras literarias que, por su condición inclasificable, escapaban a las técnicas
rudimentarias de la crítica literaria convencional. Pero es David Leavitt (1961) quien, en su ensayo «Fuera del
clóset y del estante», quizá sin pretenderlo, marca la diferencia entre la
literatura gay y la literatura queer (o «post-gay», como él la llama)”, según
explica el escritor Sergio Téllez-Pon en su ensayo Por una literatura queer.
Otra
de las vertientes de la literatura queer, es la parte lingüística. En ese
sentido, encontré que en estos textos, la gran estrella es el lenguaje: como
autor fronterizo, José abunda en extranjerismos y despliega un repertorio de
habla gay espléndido. Unos cuantos ejemplos: En Encrucijada: “un joto que no la
mama es como una mariposa sin alas”; o éste de Hombre soltero busca: “busco
activo para sexo a pelo”; o éste de Puterías: “Imagínate, tantos años de
marquesa y no saber cómo se mueve el abanico”.
Hay
en los textos un rasgo que tiene que ver con un marcado exhibicionismo de la
diferencia desplegado por sus personajes, mas éstos, aunque siempre ansiosos de
llenarse del gozo del amor erótico, también tienen orgullo y estima de sí
mismos. Por ejemplo, en el cuento titulado Hombre soltero busca, el
protagonista insatisfecho busca por internet parejas fines a sus preferencias y
fantasea con la idea, pero tiene que conformarse con “el pelado”, al que
califica de “sexualidad indefinida”; o como en el gozoso cuento Encrucijada,
que prefiere perder una pareja con la que el sexo es más que satisfactorio, que
pagarle por sus favores: cito un breve fragmento: “El caso es que estaba lista
para pedirle matrimonio cuando pronunció las palabras más horribles que me
pudiera decir ese hombre. —Necesito arreglar mi carro. ¿No me puedes prestar un
quinientón?—”… “Como toda mujer que se respete preferí mi dignidad, mi amor
propio. Le expliqué que cuando quisiera podía tener a su disposición todo lo de
beber, pero ni un cinco en efectivo. No se agüitó, después de decir “no hay
pedo” se despidió con un beso tan intenso que volví a caminar como Bambi.”
La
literatura de José Jasso nos lleva a la iniciación, al descubrimiento placentero
del sexo, pero también al “intercambio de soledades y patetismos” como lo
expresa el protagonista de Puterías. Soledades que los personajes asumen con la
resignación de siglos de opresión y homofobia. Nos introduce asimismo, sin
atisbo de melancolía, en los avatares de la promiscuidad, la prostitución
homosexual y el “desmadre emocional” que encuentra sus pares en los personajes
de las “amigas”, que juntas, comparten identidades, tribulaciones, alcohol y
sexo, como en el cuento Encrucijada.
En
los tiempos que corren donde se hace necesaria una aceptación de la diversidad,
de la diferencia, del reconocimiento del otro, de la necesidad de comprender la
intersexualidad, esta condición de la existencia de estados intermedios entre
el macho y la hembra, Torceduras, de José Jasso, nos cae como un chorro de agua
fresco, alegre, vistoso, en la producción literaria juarense, que esperamos sea
un ejemplo también para que otros escritores se animen a escribir con libertad
sobre la sexualidad, sus goces y sus sombras. Deseo que esta pequeña
publicación sea solo un pequeño adelanto de una obra queer más amplia donde
podamos apreciar en todo su esplendor a este gran escritor que es José Jasso y
que sabemos que tiene mucho que ofrecer.
Finalizo
con una cita del joven escritor y pornógrafo Sergio Téllez-Pon: “El futuro
queer ya está aquí y se presenta de distintas maneras. No hay por qué temerle,
seguir soslayándolo o nombrándolo a medias. El reconocimiento de la literatura
queer enriquecerá en gran medida la crítica literaria, seguirá produciendo
obras capitales en las literaturas de todas las lenguas y, sobre todo, hará una
sociedad más diversa.”
José Jasso es escritor juarense. Tiene 45 años y entre otras carreras, inició la de Licenciatura en Literatura Hispanomexicana. Sólo concluyó la de Ingeniería Industrial, la cual ejerce en la industria maquiladora. Aunque escribe desde la infancia, ha podido concluir algunos textos cuando inició su etapa de becario en el Ichicult con Agustín García como coordinador y después con JJ Aboytia. Sus cuentos han sido incluidos en dos libros y algunas revistas.
1 comentario:
Elpidia, no encuentro tu mail y quería saber de ti, por favor, si puedes contacta tú conmigo, mi cuenta ulises.ana@gmail.com. Espero que estéis todos bien. Un abrazo enorme! AnaBande
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