Sentada ante su escritorio, Super Maquila lee un montón de papeles. Desde su primer día como la heroína de los trabajadores, varios de ellos se acercaron y le entregaron notas escritas a mano, donde garrapatearon con rapidez sus quejas. Otros, escribieron un número telefónico. “Llámame”, decían.
Se trataba de una empresa pequeña. Pero en cuestión de respeto a los derechos obreros, el tamaño no importa. Todo negocio debe acatar la Ley Federal del Trabajo. En el caso de Pantalones Perfect Shape, el patrón contrataba a los trabajadores de palabra. Es decir, no existían, por lo que la empresa no estaba obligada a cumplir con los compromisos usuales. Cerca de cien obreros engañados, creyeron en la palabra de Tomás Meraz cuando les dijo que les pagaría el doble del salario mínimo vigente, siempre y cuando cumplieran con los estándares de producción y calidad y no tuvieran faltas. Uno a uno fueron cayendo en la trampa. Cuando ya tenían dos o tres meses laborando, conocieron las verdaderas intenciones de Tomás.
Cuando Super Maquila llamó a Federico, uno de los trabajadores, le contó la conversación que tuvo con su jefe no hacía mucho.
- Pasa Federico y siéntate. Seré breve. Sólo quería decirte que como llevas tres retardos en la semana, te descontaré cien pesos. ¡Además, mira qué pinta llevas! Por usar pantalones de cholo también te voy a rebajar otros cien pesos. Esta es una empresa de prestigio, y hay que mantener una buena imagen.
- Pues es que me hubiera dicho eso cuando empecé a trabajar. No sabía que tenía que vestir de cierta manera. Y en cuanto a los retardos, no fueron más de diez minutos y luego los repuse al terminar el turno.
- Bueno, pues ya lo sabes. Si no quieres que se te descuente lana, llega temprano y ¡vístete decentemente, hombre!
- Creo que se me empieza a llenar el hígado de piedritas, refunfuña Super Maquila. Vamos a ver esta nota de Martha Luz Loera.
- ”Super Maquila, soy la secretaria de Pantalones Super Shape. Tomás Meraz nos obliga a quedarnos hasta muy tarde. No nos paga tiempo extra y nos rebaja dinero por cualquier cosa. El otro día me dijo que me descontaría cien pesos por usar pantalón de mezclilla – él quiere que use falda siempre –, otros cien por una falta que tuve, y doscientos por no venir el sábado. ¡No es justo, casi no me quedó nada! Ayúdanos, por favor”
- ¡Esto es el colmo! ¿Qué clase de fulano es éste? En qué colonia sub-sahariana piensa que contrató a estas gentes. Si no les paga el salario que prometió, mucho menos Seguro Social, utilidades, aguinaldo, vacaciones, incapacidades. ¡Es hora de que Super Maquila vaya a poner en alto el nombre de la justicia!
Cuando llega a Pantalones Super Shape, entra como bólido a la oficina de Tomás Meraz y da un portazo.
- ¿Super Maquila?
- ¡Ajá! Veo que me reconoces, granuja. Y tú debes ser…¡no me lo digas! ¿Pedazo de Zoquete? ¿Gusano inmundo? En fin, qué más da. Perdona que omita darte la mano, es que odio la hipocresía. Quería decirte que con tus trampas te has puesto la soga al cuello tú solito.
- ¿De qué estás hablando luchadora de pacotilla?
- Mira, Tomás, no finjas demencia ni te hagas el occiso. Conozco tus métodos de contratación y pago de salarios. ¿Crees que te harás millonario escabulléndote de tus obligaciones patronales? ¡Escamoteas los ya de por sí miserables salarios de tu gente! ¿Cómo esperas que sobrevivan?
- Lárgate de aquí, ridícula. ¡No puedes hacer nada contra mí! No tienes pruebas.
- Por lo pronto puedo hacer algo que te va a doler mucha sabandija.
Antes de irse, Super Maquila se inclina para asegurarse de que Tomás la escucha a pesar de estar casi inconsciente.
- ¡Nos vemos en la Junta de Conciliación, rufián! ¡Tendrás que vender tus propiedades para poder pagar tus deudas a los obreros y quedarás en la ruina! ¡Así, igual como tienes a tus trabajadores!
Luego entra a la planta de producción donde ya la esperan los empleados, atraídos por el escándalo en la oficina.
- ¡Escuchen! Afuera tengo un autobús que los llevará a una fábrica decente. De las que se puede confiar en que pagará los salarios conforme a la ley. Y por favor ¡no vuelvan a trabajar sin un contrato de por medio, no hay que ser tan idiota! Antes llegaremos a la Junta de Conciliación a demandar al estafador Tomás Meraz ¡Vamos, síganme!
En la Junta de Conciliación y Arbitraje, Super Maquila y el grupo de obreros reciben una mala noticia. No se podrá demandar a Tomás Meraz y su empresa si no hay un contrato de por medio, ni comprobantes de pagos recibidos. No había manera de probar ninguna de sus chapuzas.
- ¡El muy canalla tenía razón! Dice Super Maquila. Cuando menos lo dejé mal herido. Muchachos. Lo siento. ¡Esto los enseñará a exigir que sus derechos sean respetados!
El grupo se marcha cabizbajo.
Después, en su oficina, Super Maquila se siente frustrada y triste por los resultados de ese día. Recordó una frase de Platón: La justicia no es otra cosa que la conveniencia del más fuerte. Había fracasado ese día.
2 comentarios:
Elpidia:
Caray! No esperaba encontrarme tan pronto con otro episodio de las aventuras de Super Maquila! Esta nueva heroína resulta un vehículo excelente para denunciar las prácticas laborales injustas que se dan en la vida real, y qué lástima nadamás que no exista alguien como ella. Una idea muy ingeniosa, y una nueva razón de las muchas que tengo para seguir pendiente de tu excelente espacio. Por alguna razón me acordé de un personaje al que apodaban, como si fuera villano de historieta, "El Rey de la Mezclilla."
Y pues, en este caso es como dicen los encargados de procurar justicia en nuestro país: No hay delito sin víctima. Se les durmió el gallo.
No conocía esta vertiente tuya, pero me declaro entusiasta seguidor de las actuaciones de Super Maquila. ¡A por la tercera!
Besos
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