A veces uno se pone a leer libros que debió haber leído en la primaria y anda poniéndose al corriente con lecturas elementales a destiempo. Pero es que tarde han llegado muchas cosas buenas a mi vida, así que las apuro con la voracidad de quien sabe que el tiempo se va acortando y que por mucho que aligere no habrá manera de ponerse a la punta en la carrera de la vida contra su enemiga. Uno de esos libros esenciales es Las Aventuras de Tom Sawyer, de Mark Twain, que terminé hace poco. Me di cuenta enseguida que pude haberlo disfrutado mucho más siendo una niña y aun mejor, si niño fuera. Los mundos imaginarios que recrean los niños necesitan ser alimentados para prolongarlos hasta que los sucesos de la vida los hagan despertar a la terrible materialidad de la existencia. A mi edad, el inventario de fantasías infantiles casi está en quiebra.
Los amigos de Tom encalan la valla con alegría y hasta pagan por ello, porque el hacerlo no era un castigo obligado. En pocas palabras, el trabajo visto como penitencia impuesta por Dios, sufrida y dolorosamente. Pero la holgazanería y la explotación no son los únicos defectos de Tom. Además es mentiroso, se afana poco en los estudios, escapa de noche de su casa para irse a correr sus aventuras, es un pendenciero, se finge muerto para asistir a su propio funeral y ser recibido como héroe, hace trampas y arrastra a sus amigos, especialmente a Huckleberry Finn, en sus correrías. Su mayor ilusión es ser pirata, bandolero, para robar, secuestrar, enamorar mujeres, hacer orgías y hasta matar. ¿No son éstas cualidades detestables? No si el alcance de estas acciones está lejos de ser comprendidas a cabalidad. Ciertamente Tom no lo comprendía; en su mundo, el bien y el mal no existen. Lo que deseaba en sus hazañas era divertirse, vivir a plenitud, mirar las estrellas, jugar, investigar, descubrir, recorrer el mundo, enamorarse. Pero si los defectos de Tom — desprovisto de las cadenas de la rectitud — eran muchos, el número de sus virtudes los opacan: es valeroso, se culpa por los errores de otros con tal de salvarles el pellejo, es ingenioso, alegre, amigable, tierno, justo, ambicioso y héroe.
Las Aventuras de Tom Sawyer es una exitosa obra escrita en 1876. Es un gran clásico americano y un bestseller de todos los tiempos.
2 comentarios:
muy bonito Sra. Maquila, muy bonito
Y los defectos
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