Muy decepcionante me resultó la lectura del libro Trabajos Distintos Una aproximación evolucionista a las mujeres en el trabajo. Según el autor, las diferencias de salario y jerarquía que se dan entre hombres y mujeres en los puestos de trabajo son indiscutibles, pero estas diferencias, no pueden atribuirse simplemente a la pura discriminación. Sostiene que en muy buena parte eso se debe a las diferencias con que han evolucionado los sexos y que así como la naturaleza nos dotó de grandes cerebros y pulgares oponibles así también las diferencias sexuales - producto de las diferencias en los sistemas de crianza de los niños y de las influencias culturales en el curso de la evolución humana - se extendieron al temperamento y al comportamiento y por lo tanto, en ello estriba el que las mujeres no alcancen la paridad en el ámbito profesional en el mundo actual.
En su libro, Kingsley Browne analiza los rasgos de la selección sexual (competencia entre machos) de los hombres, y las diferencias entre estrategias reproductivas (el macho debe demostrar que tiene éxito para poder aparearse)y justifica con ellos su conclusión de que el hombre es por ello más competitivo y agresivo que la mujer en el mercado laboral. Subraya que la teoría evolutiva predice que los hombres presentarán un mayor afán de prestigio, competitividad y disposición a correr riesgos que las mujeres, y que las mujeres presentarán mayor inclinación a la crianza y asegura “... no es la falta de capacidad de capacidad femenina, sino más bien de diferencias en las actitudes respecto al fracaso, lo que lleva a las mujeres a evitar las situaciones competitivas” Está en desacuerdo con los partidarios de que estas diferencias son “invenciones sociales”, pero es que fue en realidad la sociedad y no la biología quien decidió que los hombres han de ser competitivos, agresivos, dados a correr riesgos, y las mujeres dadas a la crianza, cooperativas y menos abiertamente agresivas.
Es innegable que el evolucionismo dotó a las mujeres de unas características de comportamiento que a pesar de los tiempos que corren todavía persisten y que éstas se reflejan forzosamente en el desempeño profesional de las mujeres, pero no impide que sus logros y nivel de competitividad sean comparables a los de los hombres. Desengañémonos, es muy probable que la discriminación de género tenga causales multifactoriales que pueden variar dependiendo de la región del mundo donde se presente, pero no se pueden argumentar razones evolucionistas para explicar la enorme desproporción en salarios y jerarquía. Además, de cara al futuro es innegable que las mujeres tendrán cada vez una participación mayor en todas las esferas y no podemos detenernos a analizar – como sugiere Kingsley – si las mujeres debemos o no actuar en base a los rasgos adquiridos o heredados. Los tiempos exigen otra actitud, olvidémonos del pasado del macho cazador/hembra recolectora-criadora. Mientras el Estado no garantice equidad de género a través de legislaciones y estructuras que aseguren leyes y prácticas en la fuerza laboral que no obstruyan ni condicionen su participación; leyes que garanticen igual número de puestos en la organización para hombres y mujeres; leyes que las protejan de discriminación durante el proceso de contratación; leyes que aseguren salarios iguales que los hombres; leyes que garanticen su derecho el ejercicio de autonomía reproductiva, las mujeres seguirán relegadas y consignadas a un status inferior en detrimento del avance de la sociedad. Los hombres deben también adaptarse al nuevo rol de las mujeres, con menos familia, un trabajo y en ocasiones mejor salario. Deben apoyarlas en las tareas domésticas para alentarlas de ese modo a tomar más riesgos y aceptar más responsabilidades en sus puestos de trabajo.
Trabajos Distintos
Una aproximación evolucionista a las mujeres en el trabajo
Editorial Crítica, Barcelona
Año 2000
104 páginas
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