martes, octubre 27, 2009
LA CARA ESCONDIDA DE LA GLOBALIZACIÓN
Esta es una planta textil en Bangladesh denunciada como ejemplo por el National Labor Commitee en Youtube del tipo de explotación al que son sometidos los trabajadores por 11.5 centavos de dólar la hora. El video dice más que mil palabras. El National Labor Committee nos conmina a firmar una petición al National Retail Federation para incrementar el salario mínimo a 35 centavos de dólar.
miércoles, septiembre 16, 2009
MÉXICO NECESITA UN PLAN
La libertad, la independencia, están allí y nadie sabe cómo aprovecharlas, o a nadie importa. En 1810, los mexicanos de entonces se ampararon en su fe para abalanzarse a la lucha; hoy la usan para escudarse en su cobardía para modificar el rumbo y la “muerte al mal gobierno” sigue siendo un deseo agazapado entre una masa de cien millones de personas. El control ya no lo tiene el reino de España, como entonces, pero dependemos en materia económica de los Estados Unidos y muchos de nuestros problemas están inexorablemente ligados a las pautas del vecino gigante.
México necesita un plan. Hombres valientes que amen a su patria y la libren como aquellos conspiradores que estuvieron dispuestos a dar su vida por un México mejor.
lunes, septiembre 14, 2009
ESTA MAQUILA DICE NO A LA RATIFICACIÓN DE ARTURO CHÁVEZ
jueves, septiembre 10, 2009
CRISIS Y ENFERMEDAD EN LAS MAQUILAS
Con la crisis que estamos viviendo, los problemas de los trabajadores de la maquila se multiplican.
Un problema del que se habla poco y del que conocemos pocos datos también es la relación entre la recesión económica y el aumento de las enfermedades entre las personas que menos ganan. No es que ahora los trabajadores enfermen más, sino que se cuidan menos y trabajan más tiempo. Para que les alcance el salario, buscan compensar la falta de dinero trabajando todas las horas extras que pueden arriesgando su salud. Con mayor frecuencia los trabajadores se contratan en dos empresas. Conozco compañeros con doble trabajo que luchan toda la jornada por permanecer despiertos. Cuando les pregunto cuántas horas duermen, me dicen que cuatro horas como mucho. Van seguido al baño a mojarse la cara con agua fría y he visto a otros con bolsitas con hielo pasándoselas por el cuello para intentar espantar el sueño. Con aspirinas combaten el dolor de cabeza que les provoca no dormir lo suficiente. Las empresas lo permiten y todos estos excesos necesariamente llevan a un decremento en la salud de la gente. En mi empresa abundan los ejemplos: hipertiroidismo, anemia, enfermedades gastrointestinales, migraña, diabetes, etc., son algunos de los casos de los que me entero a diario. En las mujeres el problema es mayor. Es raro que alguna quiera perder algunas horas para salir a hacerse un estudio Papanicolau o una mamografía por la pérdida que representa en el salario ya de por sí mísero. Los padecimientos hacen crisis y finalmente el trabajador se incapacita por días y hasta semanas o desarrollan problemas mayores e irreversibles. Un caso real es el de Gloria, quien aguantó semanas con hemorragias sin decir nada hasta que dejaba charcos donde se sentaba. Cuando fue al médico tuvo que internarse de emergencia en terapia intensiva casi cerca de la muerte. Le diagnosticaron una trombocitopenia autoinmune, una peligrosa enfermedad que la incapacitó por semanas y cuyas secuelas no conoce todavía. Cuando le preguntaron por qué no fue antes al médico contestó que tenía que juntar dinero para pagar la renta y si hubiera faltado al trabajo no habría podido pagarla.
Crisis económica, vacío normativo, indiferencia en las empresas y ausencia de cultura en la salud han empezado a diezmar silenciosamente a los trabajadores de la maquila.
viernes, junio 05, 2009
CAFÉ CON ADELA
El domingo hice un esfuerzo por levantarme temprano para tomar un café con Adela. Me había desvelado un poco y levantarme cada día de la semana a las cinco de la mañana me dejó con unas ganas tremendas de seguir en la cama. Pero Adela me estaría esperando y lo que le había pasado apenas hacía unas semanas era terrible. Necesitaba una amiga. Así que dejé a Ricardo sin desayuno ese día y me fui al Vips antes de que se levantara.
Allí estaba ya Adela con su misma sonrisa. Pasara lo que pasara, ella seguiría llevando esa máscara de alegría y optimismo. Pensé que en esa actitud estaba su fortaleza. Le di un abrazo muy fuerte sin decir nada y nos fuimos a sentar junto a la ventana donde irrumpía indolente el sol veraniego. Pedimos café. Comenzó hablando de todo un poco rehuyendo el tema de la muerte de Esteban. De los hijos, de nuestros amigos. Observé el dorso de sus manos llenas de lunares y no pude evitar compararlas con las mías. La huella de los años alrededor de sus ojos. Los estragos de la edad. Creí que lo mismo estaría pensando de mí. Pero detrás de su edad, estaba la misma Adela vitalista e incansable que conocí, allí estaba una vez más afrontando una realidad más dura que todas las demás. Me habló de Esteban por fin sin dejar que el dolor le sacara las lágrimas. En el tono de su voz advertí un enojo contra él. Por dejarla sola tan pronto supongo. Había tanto que hacer. Se desplomó así nada más, sin aviso previo, sin que nada indicara que estaba enfermo. Lo único que lo tenía enfermo era el estrés de la maquila. Demasiadas responsabilidades siempre, sin nunca tener tiempo para ella ni para él mismo. Trabajaba día y noche. El colmo era ese último trabajo como gerente de Producción. Le daba muchos dolores de cabeza pero ganaba bien aunque, ahora descubría Adela, no tenía ni el beneficio de un seguro de vida.
Esteban quería tener siempre más. ¿Y quién no? A Adela le daba sólo lo indispensable y lo demás lo ahorraba. ¿Para qué? Dijo Adela con tono de amargura. Nunca disfrutó de la vida, ni de sus hijas. Se la pasaba en el trabajo; llegaba a casa de noche y seguía trabajando. Ni dormir lo dejaban. Le llamaban a cualquier hora de la maquiladora, así estuviera durmiendo. Y Esteban se levantaba y se iba.
Pedimos otro café y me dieron ganas de desayunar algo más. Insistí para que Adela también lo hiciera. Comió sin apetito. Me dijo que no le encontraba ningún sabor a la comida. Así es cuando alguien se te muere, se te van las ganas de todo, dijo. Siguió hablando de Esteban y esta vez la voz y la mirada, hundida en un mar de interrogantes eran un mudo reproche lanzado a su recuerdo. No tenían vida en pareja, su única obsesión, su ilusión, era el trabajo en la maquila. Según Adela el asesino de Esteban fue su trabajo en la maquila. Por él dejó de amarla, dejó de reír y de llevarla al cine. De hablar quedamente en las noches abrazados en la cama. La cambió por él y un buen día la dejó sola. Sola estaba antes de que Esteban se fuera, pero la soledad sin siquiera su presencia y apoyo ahora era más aplastante.
Un buen rato después nos despedimos con un abrazo más fuerte que el de antes. Olíamos a café. Miré otra vez su tristeza encubierta por esa sonrisa inagotable alejarse por la puerta.
lunes, junio 01, 2009
AYER FUE MANUEL
"Arroyo Galván fue fundador de la Organización Popular Independiente, con fuerte presencia en Ciudad Juárez, Centros Comunitarios y el Consejo Ciudadano de Desarrollo Social, entre otras organizaciones, y preparaba un libro sobre las movilizaciones sociales, en especial las generadas en empresas maquiladoras, informaron sus compañeros y amigos". La Jornada
Los ocho mil quinientos soldados que patrullan Ciudad Juárez no pudieron detener a los asesinos quienes le dispararon 6 tiros 9 milímetros en la cabeza el pasado viernes 29 de Mayo. La autora de este blog se suma a las voces de los universitarios y la comunidad para exigir que este homicidio, así como los cientos que ya se han perpretado en el 2009, se resuelvan con la captura y enjuiciamiento de los culpables.
Descanse en paz Manuel.
sábado, mayo 30, 2009
CALEIDOSCOPIO
Recorro a diario la ruta que lleva a mi trabajo durante treinta minutos en una Explorer color arena. Cruzo los dedos para que no se me truene una llanta. No traigo extra. Es entonces que recuerdo todos los asuntos que voy dejando de lado: además de comprar una llanta adicional, tramitar las nuevas placas; pagar el impuesto predial; ir al dentista; cambiar el nombre en el recibo del gas; obtener una nueva copia de las escrituras; ir a la notaría pública, ir a mi revisión médica y quién sabe cuántas cosas más. Espanto el “To Do List” antes de que me abrume. Como voy medio adormilada a veces ni cuenta me doy que voy a noventa kilómetros, entonces aminoro un poco y le doy sorbitos al café del termo para terminar de despertar cuando me toca algún semáforo en rojo, no vaya a ser que me estrelle. A la velocidad a la que voy sería un accidente fatal.
El noticiero matutino escupe sus novedades sobre sicarios, tiranos y dirigentes corruptos. Harta de lo mismo, apago la radio. Normalmente escucho las noticias durante el trayecto pues una vez que entre a la fábrica, la conexión con el mundo exterior no relacionado con el trabajo desaparecerá. Me concentro en conducir y en disfrutar las imágenes multicolores que cambian vertiginosas a mi paso con rara fascinación: las nubes irisadas en el paisaje del amanecer; los rostros ensimismados de los conductores aun somnolientos; caminantes preocupados por llegar a tiempo al trabajo; el vendedor de periódicos iniciando su jornada en las esquinas; la estatua de Pancho Villa en su caballo reparando proyectada contra la luz del alba; la cola de gente que ya hormiguea en el Consulado Americano desde las seis esperanzada en obtener una visa; todos aferrados a una carpeta amarilla como una pequeña tabla de salvación.
Me distrae el humo excesivo que sale del escape de un autobús. Luego volteo hacia la alfarería en el lado opuesto de la calle y veo de nuevo esas macetas azules estilo Talavera que apunté en mi lista hace mucho - si el sábado no trabajo iré a comprarlas-, me prometo.
En la misma calle me cruzaré con la corredora. La muchacha con la que me encuentro cada mañana a las seis y media y que corre por la orilla de la calle. Trae audífonos y usa pantalones cortos. Se le agitan los pechos de una forma rara porque deja los brazos muy abiertos cuando corre. Me pregunto cómo se me verían a mí en el caso dado que corriera. Cuando me queda menos para llegar dejo a un lado mi caleidoscopio y empiezo a pensar otra vez en el “To Do List”. Esta vez la lista es de asuntos de trabajo. Para darles seguimiento uso un cuaderno de notas que tiene esas palabras impresas en cada hoja. Ayuda a completar las tareas del día. Listas "TO DO", útiles para ser más eficientes y aprovechar cada minuto del día en trabajo valioso, que produzca resultados. Sé de antemano que no terminaré la lista hoy, ni tampoco mañana. La lista de cosas personales por hacer va peor todavía.
Tomo de nuevo el caleidoscopio pero la policromía no es tan radiante ya cuando veo pasar furgonetas descapotadas con soldados vestidos de verde y fusiles y gafas negras. Un helicópetro militar que vuela muy bajo ensucia con su verde el blanco de las nubes. El conjunto premoniza otro asesinato en las calles.
Al final de la avenida alcanzo a ver los colores azul y blanco de la fábrica, llegaré en un par de minutos. La lista de tareas pendientes del trabajo va llenando los espacios de mi mente con más fuerza mientras busco un lugar libre en el estacionamiento. Al bajar de la Explorer dejo mi caleidoscopio con la misma consternación que un niño al que le arrancan un juguete. Entro en la maquila y siento que me sumerjo en una dimensión gelatinosa y espesa.