miércoles, marzo 22, 2006

OFICIOS EN EXTINCIÓN

José Luis Calzada Mata es el autor de esta pintura "El Afilador"

EL AFILADOR

La melodía de su flauta anuncia su llegada a las calles del barrio y se mete sin permiso a las casas, donde casi en todas tienen un afilador a su servicio. Pasa despacio en su triciclo con una piedra de afilar a la diestra y otra a la siniestra, por si acaso. Se medio-oculta del sol con el sombrero, porque le da vergüenza que lo vea en este oficio tan viejo mientras canta a la esperanza cada de vez en cuando con el canto inconfundible de la flauta. A ver si ahora sí hay quien quiera afilar los cuchillos o algunas tijeras, y garantiza que no habrá filo más fino por cinco pesos la pieza.

Allá va el afilador empeñado en su estéril intento.

EL VERDULERO

Como todos los días, estaciona su carreta junto a la sombra de un árbol, y se sienta en la banqueta con la paciencia de un monje a la hora que las vecinas empiezan a hacer la comida. El verdulero bendice aquellas olvidadizas que olvidaron traer los limones o el cilantro; o a aquellas otras que no compraron suficientes tomates y ya no tendrán tiempo de un viaje al mercado si quieren que la sopa esté a tiempo. Nomás ver su carga de plátanos y mangos; de melones y naranjas, de piñas o duraznos, algún niño se acercará a comprar algo para gusto de su antojo, piensa. ¡Ándele señora, traigo apio y calabacitas muy buenas, vendo barato, aproveche, traigo todo a medio precio, porque el calor va a poner todo lacio! Dos o tres clientas se arriman, pero se llevan poco, y cuando los olores sabrosos de las comidas ya listas llegan al verdulero, sabe que ya es hora de desandar el camino.

EL FIERRERO

!Fierrero, botellero¡ Grita el hombre cuando pasa y enumera los cacharros que puede poner en su vieja carreta de mulas. ¡Estufas, sillas viejas! ¡Planchas, licuadoras, tostadoras que ya no quiera! Las mujeres aprovechan para deshacerse de las cosas viejas y el fierrero se detiene y entra a los patios o sube a las azoteas y baja con su carga de cachivaches destartalados. ¡Botellas, lámparas descompuestas! Sigue gritando y juntando su colección de trastos. Ya encontrará maneras de darles uso con su magia. A unos les saca brillo; pone clavos a otros; limpia y pinta muchos de ellos y lo que de plano no sirve, si es de fierro, cobre o aluminio, lo venderá por kilo.

2 comentarios:

Agustín García Delgado dijo...

¿recuerdan éste?: "¡Camote y mieeel!".
Nosotros llegamos a vender limones en un saco de manta que nos atábamos a un costado.
Y fuimos, ocasionalmente, boleros, vendedores de churros, podadores de árboles. Pero también pregonábamos: "¡Huevo frescooo!".
El de los elotes, Don Melón, recordará usted que gritaba: "¡Tiernos y calientitos los elotes, hay eloteees!".
No se diga de la insoportable música de los changuitos del vendedor de nieve, ya motorizado pero monótono porque siempre la tonada en su altavoz es la misma.

Maquila Donna dijo...

Parece que tendré que escribir la parte II de este post con cuando menos algunos de los oficios en extinción o resucitados que mencionan Don melón y Agustín.

Abrazos